En un cuadro de un pintor
con tonos de matices de textura oscura,
Se mueve un alma que tiene terror
A expresar sin levedad su locura.
En una jaula que no tiene barreras
Esconde el pánico que tiene por perder su niñez
Y mientras recuerda aquellas pequeñas juergas
Sus labios sonríen y por nostalgia sus ojos lloran tal vez.
Afuera, unos ojos contemplan
A ese cuadro enjaulado en un marco sin llave ni puerta,
Adentro, los sueños del cuadro se sientan
Y observan unos ojos que lloran al ver un alma casi muerta.
Sus sueños sonríen levemente y casi sin destreza
Al ver a alguien que los entiende sin complicar su existencia,
Los ojos admiten con hábil ligereza
A los sentidos que perciben de aquella distante conciencia.
Unos absortos por el placer del alma que los alienta
Pierden la noción del tiempo,
Porque el tiempo no existe con el alma llena.
Los otros deseosos de entender lo que se les entrega
Montan por un instante sobre el viento,
Porque el viento sabe como aligerar la pena.